Los vecinos dieron parte a las autoridades eclesiásticas y sobre el Pilancon que ya existía construyeron una capilla (hornacina) y al interior una imagen del arcangel Miguel, principe vencedor de las potestades del infierno. Así que poco a poco la calma regreso al vecindario, sin embargo el agua de los manantiales de San Miguel a partir de esos hechos así que se conoce ese venero el agua sigue conservando un sabor no muy bueno.
Mientras tanto, se dice que llegaron a ver el diablo merodeando de lejos pues no podía acercarse por la presencia de la imagen de San Miguel y para no cansarse se sentó en una piedra a una distancia de la pila, con el calor del chamuco la piedra se derritio adquiriendo la forma de la silla.
Desde entonces así se le conoce, como me la contó hace muchos años un vecino, así se las he contado.
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